FRATERNIDAD (Analisis de la Novena Sinfonía)

Les compartimos un análisis que hizo un querido hermano del taller sobre la relación entre La Fraternidad y La Novena Sinfonía de Beethoven.

FRATERNIDAD
Ludwig Van Beethoven ha sido uno de los creadores más geniales de la humanidad, su
obra monumental “La novena sinfonía” resulta de una sublime belleza y potencia para
comunicar en forma artística los valores humanos más nobles y elevados.
El cuarto movimiento, conocido como “Finale”, es una combinación de variaciones y formas
sonata, que culmina con la famosa “Oda a la Alegría”. Este movimiento es notable por el
uso de coro y solistas, innovador para una sinfonía en su tiempo.
Dentro de este movimiento se presenta el fugado donde Beethoven desarrolla el tema
principal de la “Oda a la Alegría”.
La fuga es una técnica contrapuntística en la que un tema es introducido por una voz y
luego imitado por otras voces en intervalos regulares. El tema principal es presentado
inicialmente por una voz (instrumento o sección vocal) y luego es imitado por otras voces
en sucesión. En la Novena Sinfonía, este tema es la melodía de la “Oda a la Alegría”.
En el desarrollo las voces se entrelazan y se superponen, creando una textura rica y
compleja. Se utiliza técnicas como la inversión (donde el tema es tocado al revés) y la
retrogradación (donde el tema es tocado de atrás hacia adelante) para variar el tema y
mantener el interés. La fuga alcanza su punto culminante cuando todas las voces están
activas y el tema es presentado en su forma más completa y poderosa. En este punto, la
música es intensa y llena de energía. Finalmente, la fuga se resuelve en una cadencia que
lleva a la siguiente sección de la obra. En el caso de la Novena Sinfonía, esto lleva a una
repetición y variación del tema de la “Oda a la Alegría”.
Escucharemos esta sección analizada, para entender la fuerza vibratoria, que en forma
organizada, simpática y sin más que el objetivo de la unidad perfecta, los sonidos se
hermanan con sabiduría, fuerza y belleza.
Dicho esto, entre la música y su forma más noble de entenderla, hay una relación estrecha
e indudable con la fraternidad que nosotros practicamos en nuestra amada y RLFB399.
En la música existen las Consonancias Perfectas (4ª, 5ª y 8ª Justas). Estos intervalos
representan la estabilidad y la armonía perfecta. En una fraternidad, esto se puede
comparar con los valores fundamentales y las relaciones sólidas entre los miembros. Son
las bases que mantienen la cohesión y la unidad del grupo, a igualdad cómo las
consonancias perfectas son la base de la armonía musical.
Las Consonancias Imperfectas (3ª y 6ª Mayores y Menores), aunque no son tan estables
como las consonancias perfectas, estas consonancias aún son agradables y necesarias
para la riqueza armónica. En una fraternidad, esto puede reflejar las relaciones y valores
que, aunque no sean fundamentales, enriquecen la experiencia y aportan diversidad grupo.
Y por último están las Disonancias (2ª y 7ª Mayores y Menores, Intervalos Aumentados y
Disminuidos): Estas disonancias en la música crean tensión y la necesidad de resolución.
En una fraternidad, esto puede representar los conflictos y desafíos que, aunque
incómodos, son necesarios para el crecimiento y la evolución del grupo. La resolución de
estas disonancias, al igual que en la música, puede llevar a una mayor comprensión y
fortalecimiento de los lazos fraternales.
En la música, la armonía es esencial para crear una pieza agradable y coherente. De
manera similar, en una fraternidad, la armonía entre los miembros es crucial para mantener
la cohesión y el propósito común. Ambos requieren de un esfuerzo colectivo para alcanzar
un objetivo mayor.
La música sigue un ritmo que guía a los músicos y oyentes a través de la composición. En
las fraternidades, los rituales y ceremonias actúan como el “ritmo” que estructura las
actividades y refuerza los valores compartidos.
Una orquesta está compuesta por diferentes instrumentos, cada uno con su propio sonido
y función, pero todos trabajando juntos para crear una obra maestra. De igual manera, una
fraternidad se beneficia de la diversidad de sus miembros, cada uno aportando sus
habilidades y perspectivas únicas para fortalecer el grupo.
La música es una forma poderosa de comunicación y expresión emocional. En una
fraternidad, la comunicación abierta y sincera es fundamental para construir confianza y
camaradería entre los miembros.
Tanto en la música como en la fraternidad, hay un énfasis en el crecimiento personal y
colectivo. Los músicos practican y mejoran continuamente, al igual que los miembros de
una fraternidad trabajan juntos para desarrollarse y apoyar el crecimiento mutuo.
Estos paralelismos muestran cómo la música y la fraternidad pueden reflejar principios
similares de colaboración, respeto y desarrollo personal y grupal. Las comparaciones
pueden seguir siendo innumerables con respecto a la música, esto es solo un
acercamiento, del porque una obra maestra compuesta por un ser humano genial y en las
manos de una orquesta con un director comprometido e instrumentistas laboriosos, se
logra un resultado justo y perfecto.
Dentro de la Fraternidad hay una virtud indispensable e insustituible, el amor, que es
contenedora de todas otras virtudes humana.
Erich Fromm sostiene que el amor fraternal es una forma de amor desinteresado, basado
en la igualdad y el respeto mutuo. A diferencia del amor erótico o romántico, no busca la
posesión ni la satisfacción personal. En cambio, se centra en el bienestar del otro y en la
construcción de relaciones significativas. Fromm enfatiza que el amor, como cualquier arte,
requiere esfuerzo consciente y compromiso para cultivarlo y mantenerlo a lo largo del
tiempo.
En nuestra iniciación nos dieron a beber de una copa amarga y otra dulce, siendo esta
última el simbolismo de nuestros QQHH endulzando nuestro camino y nuestra vida.
Asimismo, en ese momento nos hacen conocer que La Masonería proclama la Fraternidad
de los hombres.
Según el manual del Aprendiz: La Fraternidad es una recíproca adhesión; es la solidaridad
humana que completa la inmortal trilogía sobre la que descansa nuestra orden, para
impedir la anarquía y la lucha de clases.

QQHH esta es una breve mirada, nosotros los masones decidimos ser libres, iguales y
fraternales con nuestros QQHH, pero una vez despojados de nuestras vestimentas
masónicas, en nuestro devenir profano, comienza el verdadero trabajo del ejercicio del
amor fraterno.
Para cerrar hago referencia a la sección donde comienza el clímax del movimiento fugado
en el “Finale” de la Oda a la alegría, las voces se entrelazan en una textura
contrapuntística rica y compleja, subrayando el mensaje de unidad y fraternidad universal
de los versos de Friedrich Schiller (1759 – 1805).
¡Abrazaos, millones de seres! ¡Que un beso una al mundo entero! ¡Hermanos, sobre la
bóveda estrellada debe habitar un Padre amoroso!

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